Barack Obama y Vladimir Putin dijeron haber encontrado espacio para trabajar juntos tras una primera cumbre en la que se trataba de eliminar el ambiente de hostilidad que ha prevalecido entre ambos desde el relevo en el Kremlin.
“Tenemos muchas cosas en común”, resaltó Putin tras más de dos horas de reunión que reveló diversos intereses en común, pero en la que no se anunciaron avances sustantivos sobre Siria, el conflicto sobre el que Estados Unidos y Rusia han mantenido un fuerte enfrentamiento.
El presidente norteamericano calificó el encuentro como “sincero, profundo y abierto a la conversación”, lo que en el argot diplomático suele ser sinónimo de una conversación difícil y sin resultados precisos. Sobre Siria, Obama anunció que se habían puesto de acuerdo “en la necesidad del cese de la violencia y en crear un proceso político para prevenir una guerra civil”.
Eso era algo en lo que Rusia y Estados Unidos estaban ya de acuerdo antes. La discrepancia radica en que, mientras el Gobierno de Moscú entiende que ese objetivo es compatible con el envío de armas al régimen de Bachar el Asad, Washington cree que ese apoyo está provocando una guerra civil.
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